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Glen Grant, la reserva del comandante

CUn whisky ligero y fresco, para las tardes estivales.

En el pueblo de Rothes, cerca del río Spey, encontramos una fastuosa destilería de estilo victoriano: Glen Grant. Fue fundada en 1840 por James y John Grant, una familia poderosa de la zona que con este gesto quisieron proclamar su unión con el whisky. La destilería la heredó James Grant júnior, alias «El Comandante», una individuo que se hizo leyenda por su tenacidad, ingenio y sus maneras poco convencionales.

Lo cierto es que fue él quién suavizó el whisky a propósito para darle un toque original, adelantándose décadas a la reacción de las destilerías escocesas para adaptarse a los paladares del mundo. Así mismo, diseñó personalmente los jardines exteriores de la destilería, hoy atracción turística por sí mismos.

En parte gracias a su espíritu suave, Glen Grant creció (más fuera que dentro del país) y fue adquirida por Pernod Ricard en 2001 y por Campari después; cosa que explica porqué ésta botella es una de las más populares de Italia. La reserva del comandante es un Single Malt sin edad determinada, aunque se mueve sobre los 5 años.

La vista

Hay una cosa que me molestó especialmente: La caja. No es que resulte desagradable a la vista, pero estoy absolutamente en contra de incluir la nota de cata en la caja y menos de manera tan poco elegante. Creo que puede influir en tu propia opinión y que uno debe poder escoger entre leerla o no; o el momento de hacerlo. Por eso creo que las notas de cata en el reverso son aceptables, pero no en la caja.

La botella no tiene nada especial, aunque me gusta el grabado de la etiqueta. Hay otro detalle que no me gusta demasiado, y es el tapón de rosca que lleva… aunque por un whisky de unos 16 euros tampoco puedes pedir milagros.

El color es oro pálido, extremadamente pálido en copa, y se nota bastante que han añadido el caramelo E150A (el único añadido que se permite en el whisky escocés). Vaya, que gracias a Dios nosotros no puntuamos la vista.

La nariz

Vainilla. El perfume a vainilla de este whisky es notorio a la par que elegante. También podremos encontrar suaves notas de manzana y cítricos. (Hemos de reconocer que, como mínimo, la etiqueta de la caja no mentía y no toman al cliente por tonto).

El paladar

Suave, seco, dulce y de cuerpo ligero. Lo que más destaca en un inicio es el sabor a madera, lo que no deja de ser curioso para un whisky tan joven. Al poco aparece la vainilla y, después, la manzana.

El final

Corto. Tanto que cuesta describirlo. Creo que hay notas de manzana, con toques muy sutiles de melocotón. También podremos encontrar avellana y nueces. No se trata de un mal final; pero sí de un final demasiado efímero.

En conclusión; quizá sea que Campari ha adaptado demasiado el whisky original del Comandante quitando el carbón en su destilería y suavizándolo en exceso; pero le falta, sobre todo, un final más largo y más rico en matices. Sin embargo, pienso que en relación calidad-precio se trata de un whisky muy digno que, debido a su ligereza, puede hacer que pasemos grandes tardes estivales.

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Un comentario

  1. Lo acabo de comprar y probarlo, suave con el paladar y con notas de vainilla al principio muy presentes, coincido contigo en que la relación Costo-Beneficio es muy buena, un whisky que cumple las expectativas.

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